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9 de enero de 2010

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Desde Alemania, Daniel Irigoyen repasa lúcidamente el origen del rock argentino


El cantautor argentino Daniel Irigoyen, residente en Alemania desde hace tres décadas, acaba de editar el libro "A un paso del cielo (Confesiones de un superviviente)", en el que hace un pormenorizado repaso no exento de lirismo y nostalgia del origen del rock en la Argentina.
Irigoyen habla del asunto con conocimiento de causa, ya que participó activamente del nacimiento del género en el país desde el grupo iniciático Los Mentales.

La obra, editada en España y de venta sólo por internet, constituye un recorrido por los distintos hechos políticos y sociales que rodearon al nacimiento del rock argentino, enriquecido por distintas anécdotas que el autor vivió entre la segunda mitad de la década del '60 y los primeros años '70.

A diferencia de otros ensayos sobre el tema, Irigoyen, de 57 años, no sólo se detiene a analizar las influencias musicales del rock -tema en el que hay coincidencia de parte de los especialistas- sino que también aborda el contexto cultural.

En esa mirada no faltan referencias a la literatura, el cine italiano y francés y la contracultura porteña del Instituto Di Tella y el Bar Moderno, por ejemplo.

En comunicación telefónica con la agencia Télam desde Hamburgo, donde vive con su esposa e hija alemanas, el cantante y percusionista explicó que "fue un libro necesario, algo que se fue desarrollando en silencio dentro mío a través de todos estos últimos años".

"Llegando al umbral de los '60, todo lo que uno puede hacer como artista creador es un intento de vencer a la muerte, ¡pavada de intento!", comentó.

Con voz clara y sencilla en la que sobresalen palabras como "loco", "laburar" o "garpar" -que llaman la atención en un hombre que hace 31 años vive en Alemania-, aclaró no obstante que "la posteridad no tiene nada que ver con el poder o las ansias de reconocimiento, sino más con una necesidad de ser comprendido como ser humano limpio de envidias y rencores".

En su trabajo, Irigoyen no priva al lector de sabrosas anécdotas, entre ellas la descripción del apasionado romance que tuvo a fines de los '60 con la modelo del momento, Liliana Caldini, que luego se casó con el locutor y animador Cacho Fontana, con quien fue madre de mellizas.
Sin pelos en la lengua, el autor cuenta que mientras mantenía con Caldini una relación volcánica, Fontana le enviaba entre 50 y 100 rosas todos los días y se declaraba como su principal admirador. Cuando el romance del músico y la modelo terminó, el popular animador televisivo y radial tuvo premio a tanta constancia.

Otra de las anécdotas incluye al inigualable guitarrista Norberto "Pappo" Napolitano, con quien el autor estableció una entrañable amistad cuando ambos eran adolescentes.

Además de recordar las tardes que pasaban tocando la guitarra en la pieza de Pappo, en la casa familiar del barrio porteño de La Paternal, Irigoyen narra que el guitarrista viajó a Alemania y se encontraron -ya adultos- en Hamburgo: ambos fueron presos en estado de ebriedad por cometer disturbios a bordo de un colectivo.

También evoca con emoción una ocasión en la que en una "zapada" terminó cantando "What'd I Say", el clásico de Ray Charles, a dúo con Sandro.

En el plano musical, el autor no oculta su preferencia casi devota por Los Beatles, a quienes asigna prácticamente la totalidad de la creación y la estética de aquellos años, pero también destaca los aportes de Ray Charles, Hugo Fattoruso, Little Richard, James Brown, Otis Redding, Jack Bruce y Stevie Winwood.

Irigoyen pasó la infancia en Vedia, provincia de Buenos Aires, y cuando tenía 13 años llegó a la Capital Federal, donde conoció y fue haciendo amistad con Alejandro Medina, Tanguito, Carlos Mellino y Litto Nebbia, entre otros adolescentes que luego integrarían la primera camada de músicos del rock argentino.

Así fue que conoció las largas pernoctadas en la pizzería La Perla, en el barrio de Once y las míticas reuniones en el local La Cueva, en avenida Pueyrredón al 1700, donde los inicipientes rockeros se juntaban con músicos de jazz para hacer largas improvisaciones.

Testigo directo del gran éxito que tuvo el grupo fundamental Los Gatos, capitaneado por los rosarinos Litto Nebbia y Ciro Fogliatta, integró como vocalista Los Mentales, una formación con ciertas referencias a aquéllos, en los que actuó Juan Rodríguez, luego baterista de Sui Generis.

Los Mentales grabaron dos discos simples -una canción por cara- y cuando tenían material como para llevar al vinilo su primer disco todas las pruebas quedaron en poder de RCA Víctor, ya que la iniciativa quedó descartada por problemas económicos.

Ya en el final de la charla, Irigoyen admitió que es difícil la vida en el exilio, aunque siempre mantiene una cercana relación con la música y la literatura, campo éste que define con su otra gran pasión.

"Escribir o componer es una forma de sentirse vivo, enfrentar la adversidad de lo cotidiano y superarlo en cada tonada o pensamiento. Intentar que llegue como lo mejor que tengo para ofrecer hasta el próximo CD o libro", graficó.

El artista lleva grabados dos discos de alcance internacional en Alemania, en los que desde la batería y la percusión ("tocar con las manos mata, porque es piel sobre piel", graficó) aborda temas propios de ritmo afrocubano, básicamente.

Buenos Aires (por Jorge Pailhé)


DANIEL IRIGOYEN ALBUM - SUEÑOS PELIGROSOS
"La llama pura de la vida, ante ese grito del corazón"