TODOS LOS CAMINOS LLEVAN AL CAMINO

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7 de noviembre de 2011

CONCELEBRACION



Centro Cultural SUR


5/11/2011 - Buenos Aires

Tsetimonio de Miguel Grinberg

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18 de agosto de 2011

Obra indispensable

El libro de los cancionistas

Este miércoles, en la Biblioteca Nacional, se presenta el libro Cancionistas del Río de la Plata, de Martín E. Graziano

Tomi Lebrero, Lisandro Aristimuño, Leila Cherro, Cristian Ludueña y Pat Morita en los estudios Circo Beat. Un alto en la grabación de Me arrepiento de todo. (Junio de 2010).

El periodista platense Martín E. Graziano (coautor de Estación imposible, la historia del Expreso Imaginario, discípulo del gran Sergio Pujol y colaborador de Rolling Stone) entrega en su nuevo libro un panorama indispensable para entender la canción actual en el Río de la Plata. Asesinato del rock, el manifiesto que Pablo Dacal escribió en diciembre de 2006, es el punto de partida conceptual ("Nuestra música, al igual que nuestra vida, debe dejar de relacionarse con temporalidades ficticias como el futuro o el pasado para enfrentar lo actual en toda su crudeza"). Graziano elabora, a partir de allí, un retrato con entrevistas en profundidad a los artistas más destacados de esa escena de artistas sensibles y sutiles en constante movimiento, que encuentran en el uruguayo Fernando Cabrera un referente estético y en las playas del departamento de Rocha un refugio inspirativo. De Onda Vaga y Martín Buscaglia a Gabo Ferro y Julieta Rimoldi, pasando por Lisandro Aristimuño, Alfonso Barbieri, Manuel Onís, Pablo Grinjot y Alvy Singer, entre otros, son reflejados por la prosa de Graziano y la lente de la fotógrafa Lula Bauer. Liniers aporta en historieta las Cosas que te pasan si escuchás música y Tálata Rodríguez evoca las nochebuenas del restaurant-cuartel La Aromática. El libro, que lleva como subtítulo Después del rock: una música popular para el siglo XXI, es una obra imprescindible para entender el arte de la canción desde una perspectiva intimista y social. Antes de su presentación, este miércoles 17 de agosto en el Auditorio de la Biblioteca Nacional, Agüero 2502, a las 19, Graziano reflexiona sobre su libro y la escena.

¿Cómo definirías las similitudes estéticas que conforman la escena cancionística en el Río de la Plata?

Hay un error bastante común al respecto, y tiene que ver con la lectura superficial que suelen hacer muchos medios sobre la escena. Según ese error, la escena es un puñado de cantautores acústicos y melancólicos. No estoy de acuerdo. Digo, cuando uno escucha a Ezequiel Borra tocando con Los Dibujantes (su ensamble eléctrico), lo que escucha no es solo -o precisamente- rock. O al menos no lo es tal como lo entienden en la actualidad los grandes festivales o incluso el indie (quizás lo sería en los 60, cuando era más inclusivo. por ejemplo, si el primer disco de Almendra apareciera hoy, ¿sería rock?). Desde luego, hay rock en la música de los Cancionistas, pero no sólo rock. Por eso, creo que la matriz estética hay que buscarla en otro sitio. A ver: todos los músicos retratados en el libro tienen una formación musical y afectiva que viene del rock. Sin embargo, en algún momento sintieron que se había convertido en una música -y un mercado- asfixiante. y antes de estrellarse decidieron lanzarse a explorar otros territorios. De acuerdo a los intereses de cada uno, se acercaron a los folklores latinoamericanos, al tango, la MPB, el canto popular uruguayo, la chanson, la trova comprometida, la música africana, el cabaret berlinés y hasta el songbook americano. También, en algunos casos, a la música académica y la (mal) llamada electrónica. Lo metabolizaron todo. Durante y después de todo ese camino parabólico, volvieron siempre a la canción. Siempre la canción popular.

¿Qué criterio utilizaste para realizar el recorte de los entrevistados para el libro?

El libro toma como modelo, abiertamente, Cómo vino la mano de Miguel Grinberg. En ese sentido, es un retrato colectivo y en movimiento que privilegia lo documental. Por esos las fotos de Lula Bauer, por eso las historietas de Liniers, las conversaciones y las voces invitadas. Quizás sea un poco pretensioso decir esto, pero la idea es dejar registro y buscar una identidad. Una genealogía musical posible. Por eso, como en el libro de Grinberg, los entrevistados son los cancionistas que construyeron el espacio. Las caras visibles. También los uruguayos que encontraron un espacio inédito en ese contexto, como Martín Buscaglia, Ana Prada y Eli-u Pena. Por otra parte, está claro que una escena no la forman sólo esos cantantes. La escena también son los músicos que los acompañan, sus referentes, algunos bares, algunas casas, libros, fotógrafos, productores, escenarios, periodistas, discos, programas de radio, un público y, sobre todo, canciones. Por esa razón, si bien el libro se organiza alrededor de algunos nombres, son fundamentales todos esos personajes transversales que aparecen uniendo la trama. Esa trama es la escena.

Al comienzo del libro mencionás un show de Dacal en La Vaca Profana cantando a sus contemporáneos. ¿Qué otros shows de éstos cancionistas evocarías como mojones?

Un concierto paradigmático fue, para mí, aquel recital que Fernando Cabrera brindó en los estudios ION. Dado el contexto, el público no era muy abundante. Pero el concierto operó como aquel disco de la Velvet según Eno: con esa música, todos hicieron algo. Todos dispararon en alguna dirección. Había periodistas (como vos y yo), productores (como Gaby Patrono) y una pila de músicos y cancionistas: desde Tomi Lebrero hasta Manuel Onís, pasando por Alvy Singer, el Tigre [Juan Beltrán Peyrú], Pablo Paz, Georgina Hassan, Lea Bensasson. Claro que fueron muy importantes los Festivales de Cantautores con Orquesta del Xirgu y el IFT, los Ateneos de Lisandro y Gabo, Onda Vaga en el Coliseo y Lucio Mantel presentando Miniatura en el Xirgu. Pero me parece que la escena se construye, más que con esos episodios extraordinarios, con la recuperación de los ciclos como número estable. Con la recuperación del oficio: pienso en los músicos de tango en las radios, las orquestas típicas tocando en los bailes y hasta Los Gatos en La Cueva. Esa impronta es fundamental para esta generación, que se curtió compartiendo canciones en esos sitios tan pequeños como abandonados por las políticas culturales (y las agendas de los medios masivos) como El Nacional, Despacio Martínez, el Pacha, La Castorera, Visha Bravar, Espacio Dadá, Vuela el Pez, el CAFF, Matienzo y La Aromática, entre otros.

Ah, y ahora que lo pienso, también hay dos o tres festivales emblemáticos que le otorgaron entidad a la escena. Uno es el festival Ah Bue, germen de Onda Vaga. Los otros fueron dos eventos espontáneos. Uno ocurrió cuando les robaron los instrumentos a Jano Seitun y su bajista, Lu Martinez. Para recuperar algo de lo que perdieron, Lula Bauer organizó el Big Band Fest, donde tocaron y se plegaron casi todos los músicos (y más) que aparecen en el libro. El otro pasó hace poco: cuando Lula Bauer fue convocada para trabajar en Colombia junto al gran Joel Peter Witkin. Para ayudarla a costear el viaje, se armó un festival bautizado el LulaPalooza, donde tocaron Pablo Grinjot, Pedro Fertil, Julieta Sabanes, Nacho Rodriguez, Tomi Lebrero, Lucio Mantel, Faca Flores, Seba Rubin y el Gnomo, entre muchos más.

¿Qué significa para vos que el libro sea editado por Gourmet Musical?

Es un lujo, porque me permite ufanarme de compartir editorial con gente que admiro mucho como Sergio Pujol y Miguel Grinberg. Pero -sobre todo- tiene todo el sentido del mundo, porque el riguroso catálogo que organizó Leandro Donozo es un mapa de la música popular argentina. Un cosmos donde conviven desde Leopoldo Federico hasta la primera generación del rock argentino, pasando por Tito Francia, Guastavino, la prensa musical del país y su historia del baile. Por otro lado, es importante que Cancionistas. salga por Gourmet porque, muy simbólicamente, la última edición de Cómo vino la mano salió por la misma editorial. Y esa edición del libro de Grinberg cerraba con un manifiesto de Pablo Dacal titulado Asesinato del rock. Casi casi, el punto de partida de Cancionistas. Entonces, que Miguel prologue el libro -y en el contexto de Gourmet-, traza una línea que no es casual en absoluto.

¿Cómo va a ser la presentación del libro?

Esta presentación de Cancionistas. (y todas las que vengan) son fundamentales porque este libro necesita una exégesis. Es decir, un diálogo con interlocutores activos, gente con ganas de intervenir en la discusión cultural de la época y el lugar. Aquí y ahora: la melodía que hable de vos. Así que, como tenemos el honor de contar en el libro con las de Lula Bauer -una de las mejores retratistas de la música popular argentina-, vamos a aprovechar para mostrar todas las imágenes que están en el libro y muchas otras. También van a estar las proyecciones de Sonido Ambiente (otro espacio fundamental para la escena) y, desde luego, vamos a charlar sobre el libro con Miguel Grinberg, Palo Pandolfo y Leandro Donozo, el editor. Desde luego, el corazón serán las canciones en vivo. Van a andar por allí Pablo Dacal, Tomi Lebrero, Alvy Singer, Lucio Mantel, Pablo Grinjot, Manuel Onís, Alfonso Barbieri, el Gnomo, Faca Flores, Julieta Rimoldi, Juanito el Cantor, Pablo Malaurie, Julieta Sabanes... ¡Así que algo se arma seguro!

Por Humphrey Inzillo - Rolling Stone

6 de mayo de 2011

Nuevos Cimientos



espectaculos

PÁGINA 12 - Jueves, 5 de mayo de 2011

EL INSTITUTO NACIONAL DE TECNOLOGIA INDUSTRIAL PUBLICO NUEVOS CIMIENTOS

Páginas para repensar



la Argentina

El libro reúne textos de unos setenta colaboradores de diferentes áreas del conocimiento, con la idea del intercambio como base. Horacio González, Miguel Grinberg, Héctor Valle y Enrique Martínez (presidente del INTI) participaron de la presentación.

DIGITAR AQUÍ PARA LEER LA NOTA


16 de diciembre de 2010

25 de mayo de 2010

La Cofradía de La Flor Solar - Historia


LA COFRADÍA DE LA FLOR SOLAR
HISTORIA

La Cofradía de La Flor Solar durante el verano de 1967 propuso unir la vida al arte (acción y pensamiento) y buscar la fórmula para cambiar el corazón del hombre para, así, poder cambiar al mundo, expresando esta idea con canciones y toda clase de slogans imaginativos y estéticos, un año después y con más prensa, los protagonistas del “mayo francés”, hicieron lo propio.

Aspiró a cambiar la sociedad que le tocó en suerte.

Semejante pretensión pertenece al rango de los gestos de amor, su pequeña historia es la historia de semejante pasión.

A los que participamos del intento la experiencia nos selló, no podría decir si logramos “unir el arte a la vida” pero en todos los que sobreviven se descubre una manera “especial” de vivirla y a ninguno le es ajeno el arte.

Gente que vivió en La Cofradía de La Flor Solar: Isabel Vivanco (escenógrafa), Salvador Kalékin (escritor), Nestor Candy (poeta/músico), Ercilia Vivanco (artista plástica), Morcy Requena (músico), Manija Paz (músico), Marta Pedemonte (artesana), Luìs y Anita Creus (fotógrafo/actriz), Néstor Paúl (músico/artesano), Ricardo Legna (productor), Adán Quieto (*) (cantor/artesano), Hugo Pascua (músico/antropólogo/luthier), Ana Dabracchio (danzarina), Meneka Hikis (periodista), Mono Cohen (manager/plástico), Mónica Benitez (artesana), Fito Pazienza (artesano), Kubero Díaz (músico/ plástico), Enrique García (filósofo), Ana Barreda (fotógrafa/cineasta), Negri Gomez (artesana), Negro Hugo (artesano) Quique Gornatti (músico) Raquel Maidana (artesana)

Visitantes asiduos: Jorge Pinchevsky (músico), Daniel Beilinson (artesano/gurú), Eduardo Skay Beilinson (músico) Guillermo Beilinson (cineasta) Abel Facello (escenógrafo) Alejandro Medina (músico) Javier Martínez (músico) Diego Rodríguez (músico) Javier Lizardi (teósofo) Miguel Cantilo (músico) Billy Bond (músico), Poly Castro (artesana)

Visitantes ocasionales: Miguel Grinberg (escritor), Jorge Pistocchi (editor/filósofo), Claudio Gabis (músico) Jorge Alvarez (editor), Pierre Bayona (productor), Luis Alberto Spinetta (músico), Rodolfo García (músico), los músicos de “Vox Dei”, los músicos de “Orion`s Bethoven”

El grupo inicial se conformó con algunos estudiantes de la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de La Plata, Argentina que, luego de haber ganado el Centro de Estudiantes militando en una agrupación independiente de tendencia anarcoide, tuvieron que irse de la Escuela por el acoso al que eran sometidos por la intervención de la Escuela luego del golpe de estado realizado por el general Onganía en 1966.

Este grupo tomó una casa donde originariamente había una pensión de estudiantes pero que en ese momento ya no se cobraba alquiler porque estaba próxima a ser demolida.

Más tarde alquilaron otra casa para vivir y finalmente terminaron en una especie de quinta de una hectárea con una especie de mansión y un parque arbolado en los arrabales de la ciudad.

Como ese grupo estaba formado por gente absolutamente insolvente (estudiantes de arte) hubo que inventar la manera de asegurar la economía del mismo y se recurrió a armar un taller de serigrafía, se realizaban toda clase de carteles y afiches para espectáculos de la ciudad, taller de artesanías.

Prácticamente se “inventó” la artesanía urbana, esa que puebla las plazas aún hoy, los músicos eran muy hábiles y adaptables por lo que hacían frecuentes “cambios” en orquestas populares que solían tocar en bailes y cabarets. “Cambio” se denominaba hacer un reemplazo de algún músico enfermo o faltante, decoración de bares o comercios, aprovechar los equipos que se disponían para hacer servicio de sonido a otros espectáculos.

Y finalmente, luego de crear un grupo en el género rock que procurara unir la poesía a la música y además esto lo hiciera en idioma castellano como novedad, a través de actuaciones en diversos lugares, autogestionando la producción de conciertos y festivales varios, se lograban entradas económicas.

Para realizar todas estas actividades, además de ejercicios de meditación a los que nos acostumbramos desde el principio, tuvimos que recurrir a una suerte de organización espontánea donde no había líderes y cada cual cumplía su rol rotativo (limpieza, trabajo, alimentación, etc).

Periódicas reuniones de tipo asamblea permitían ajustar y/o producir variantes.

Efectivamente, en febrero de 1972 La Cofradía fue dispersada por el acoso insostenible de la policía. Los cófrades se distribuyeron en diversos sitios, casas de amigos etc.

Sobrevolaba la idea de viajar a Europa para mostrar el rock nacional en otras tierras donde se suponía que lo recibirían mejor.

Junto a Miguel Cantilo algunos se fueron al Sur en la zona de El Bolsón, otros viajaron a Brasil, hubo quien se quedó fundando ferias de artesanos en Mar del Plata, otros fundaron comunidades en Entre Ríos.

Inesperadamente Ricardo Legna se saca la lotería de Entre Ríos y junto a Morcy Requena viaja a Londres con el objetivo de conseguir una casa capaz de albergar al resto.

Allí logran el objetivo propuesto y además toman contacto con el sello Virgin Records mostrando unas cintas y el disco de La Cofradía e interesan también al manager de Led Zeppelin.

Envían los pasajes y una parte de la ex Cofradía sale para Londres entre ellos Jorge Pinchevsky.

Al llegar a Jorge se le ocurre ocultar algo de marihuana en su violín, cuando cruzan lo primero que hacen los guardias de frontera es revisar el violín apenas lo ven.

A la sazón Morcy y Ricardo (el Flaco) Legna habían decorado una gran casa para recibir a los inmigrantes y esperaban impacientes, pero lo que si llega es un vehículo de Scotland Yard que les pregunta si esperaban a alguien; ante la afirmativa respuesta los deportaron inmediatamente a Holanda junto con el grupo recién llegado y la historia siguió...

En la faz musical La Cofradía tocó por primera vez un 21 de setiembre de 1967 en La Plata.

A partir de allí sus presentaciones fueron bastante regulares, sobre todo en el interior de la Pcia. De Bs. As.

Al año siguiente debutan en Buenos Aires en el Teatro del Globo, luego realizan una mini-ópera inspirada en un cuento de Bradbury en el Instituto DiTella y tambien actúan en el CAYC de Glusberg en la inauguración del artista ambientalista Christo y algunas presentaciones en el Teatro Payró junto al Tata Cedrón.

Se presentan en el Festival de la Revista “Pin up” en el Anfiteatro Municipal, en el Festival de la “Musica Beat” del Teatro El Nacional y en el primer "Buenos Aires Rock" en el Velódromo Municipal.

En abril de1970 organizan el primer megafestival de la Argentina : Las “30 horas de Rock” en el Estadio Atenas de La Plata.

Allí tocaron sin intervalo durante casi tres días unas 200 bandas entre las que estaban todas las del comienzo del rock nacional : Almendra, Manal, Arco Iris, Vox Dei, Moris, Pajarito Zaguri, Facundo Cabral, Diplodocum, Red & Brown y muchos más.

Fuentes: http://aguantelacofradia.blogspot.com

content="Microsoft Word 11">http://folkuruguay.blogspot.com/2010/05/la-cofradia-de-la-flor-solar-historia.html


9 de enero de 2010

UN PROGRAMA REAL...



Cuando se va el domingo en

Buenos Aires, llega el latido...



Desde Alemania, Daniel Irigoyen repasa lúcidamente el origen del rock argentino


El cantautor argentino Daniel Irigoyen, residente en Alemania desde hace tres décadas, acaba de editar el libro "A un paso del cielo (Confesiones de un superviviente)", en el que hace un pormenorizado repaso no exento de lirismo y nostalgia del origen del rock en la Argentina.
Irigoyen habla del asunto con conocimiento de causa, ya que participó activamente del nacimiento del género en el país desde el grupo iniciático Los Mentales.

La obra, editada en España y de venta sólo por internet, constituye un recorrido por los distintos hechos políticos y sociales que rodearon al nacimiento del rock argentino, enriquecido por distintas anécdotas que el autor vivió entre la segunda mitad de la década del '60 y los primeros años '70.

A diferencia de otros ensayos sobre el tema, Irigoyen, de 57 años, no sólo se detiene a analizar las influencias musicales del rock -tema en el que hay coincidencia de parte de los especialistas- sino que también aborda el contexto cultural.

En esa mirada no faltan referencias a la literatura, el cine italiano y francés y la contracultura porteña del Instituto Di Tella y el Bar Moderno, por ejemplo.

En comunicación telefónica con la agencia Télam desde Hamburgo, donde vive con su esposa e hija alemanas, el cantante y percusionista explicó que "fue un libro necesario, algo que se fue desarrollando en silencio dentro mío a través de todos estos últimos años".

"Llegando al umbral de los '60, todo lo que uno puede hacer como artista creador es un intento de vencer a la muerte, ¡pavada de intento!", comentó.

Con voz clara y sencilla en la que sobresalen palabras como "loco", "laburar" o "garpar" -que llaman la atención en un hombre que hace 31 años vive en Alemania-, aclaró no obstante que "la posteridad no tiene nada que ver con el poder o las ansias de reconocimiento, sino más con una necesidad de ser comprendido como ser humano limpio de envidias y rencores".

En su trabajo, Irigoyen no priva al lector de sabrosas anécdotas, entre ellas la descripción del apasionado romance que tuvo a fines de los '60 con la modelo del momento, Liliana Caldini, que luego se casó con el locutor y animador Cacho Fontana, con quien fue madre de mellizas.
Sin pelos en la lengua, el autor cuenta que mientras mantenía con Caldini una relación volcánica, Fontana le enviaba entre 50 y 100 rosas todos los días y se declaraba como su principal admirador. Cuando el romance del músico y la modelo terminó, el popular animador televisivo y radial tuvo premio a tanta constancia.

Otra de las anécdotas incluye al inigualable guitarrista Norberto "Pappo" Napolitano, con quien el autor estableció una entrañable amistad cuando ambos eran adolescentes.

Además de recordar las tardes que pasaban tocando la guitarra en la pieza de Pappo, en la casa familiar del barrio porteño de La Paternal, Irigoyen narra que el guitarrista viajó a Alemania y se encontraron -ya adultos- en Hamburgo: ambos fueron presos en estado de ebriedad por cometer disturbios a bordo de un colectivo.

También evoca con emoción una ocasión en la que en una "zapada" terminó cantando "What'd I Say", el clásico de Ray Charles, a dúo con Sandro.

En el plano musical, el autor no oculta su preferencia casi devota por Los Beatles, a quienes asigna prácticamente la totalidad de la creación y la estética de aquellos años, pero también destaca los aportes de Ray Charles, Hugo Fattoruso, Little Richard, James Brown, Otis Redding, Jack Bruce y Stevie Winwood.

Irigoyen pasó la infancia en Vedia, provincia de Buenos Aires, y cuando tenía 13 años llegó a la Capital Federal, donde conoció y fue haciendo amistad con Alejandro Medina, Tanguito, Carlos Mellino y Litto Nebbia, entre otros adolescentes que luego integrarían la primera camada de músicos del rock argentino.

Así fue que conoció las largas pernoctadas en la pizzería La Perla, en el barrio de Once y las míticas reuniones en el local La Cueva, en avenida Pueyrredón al 1700, donde los inicipientes rockeros se juntaban con músicos de jazz para hacer largas improvisaciones.

Testigo directo del gran éxito que tuvo el grupo fundamental Los Gatos, capitaneado por los rosarinos Litto Nebbia y Ciro Fogliatta, integró como vocalista Los Mentales, una formación con ciertas referencias a aquéllos, en los que actuó Juan Rodríguez, luego baterista de Sui Generis.

Los Mentales grabaron dos discos simples -una canción por cara- y cuando tenían material como para llevar al vinilo su primer disco todas las pruebas quedaron en poder de RCA Víctor, ya que la iniciativa quedó descartada por problemas económicos.

Ya en el final de la charla, Irigoyen admitió que es difícil la vida en el exilio, aunque siempre mantiene una cercana relación con la música y la literatura, campo éste que define con su otra gran pasión.

"Escribir o componer es una forma de sentirse vivo, enfrentar la adversidad de lo cotidiano y superarlo en cada tonada o pensamiento. Intentar que llegue como lo mejor que tengo para ofrecer hasta el próximo CD o libro", graficó.

El artista lleva grabados dos discos de alcance internacional en Alemania, en los que desde la batería y la percusión ("tocar con las manos mata, porque es piel sobre piel", graficó) aborda temas propios de ritmo afrocubano, básicamente.

Buenos Aires (por Jorge Pailhé)


DANIEL IRIGOYEN ALBUM - SUEÑOS PELIGROSOS
"La llama pura de la vida, ante ese grito del corazón"